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La belleza se describe comúnmente como una cualidad de los entes que hace que estas sean placenteros de percibir. Tales entes pueden incluir paisajes, atardeceres o amaneceres, cielos nocturnos, personas, animales, plantas, obras de arte, etc. Belleza es una noción abstracta ligada a numerosos aspectos de la existencia humana. La belleza se estudia dentro de la disciplina filosófica de la estética, además de otras disciplinas como la historia, la sociología y la psicología social. La belleza se define como la característica de una cosa que a través de una experiencia sensorial (percepción) procura una sensación de placer o un sentimiento de satisfacción.[1] Proviene de manifestaciones tales como la forma, el aspecto visual, el movimiento y el sonido, aunque también se la asocia, en menor medida, a los sabores y los olores. En esta línea y haciendo hincapié en el aspecto visual, Tomás de Aquino define lo bello como aquello que agrada a la vista (quae visa placet).[2]
La percepción de la «belleza» a menudo implica la interpretación de alguna entidad que está en equilibrio y armonía con la naturaleza, y puede conducir a sentimientos de atracción y bienestar emocional. Debido a que constituye una experiencia subjetiva, a menudo se dice que «la belleza está en el ojo del observador».[3] Aunque tal relativismo es exagerado y suele asociarse a cosmovisiones y modas, lo concreto es que existen objetos y seres que dan la impresión de belleza ya desde su objetividad natural porque se corresponden con los requisitos naturales del homo sapiens, por ejemplo: el sabor dulce es preferido al sabor amargo porque el amargo suele corresponder a tóxicos, lo mismo que la fragancia de muchas flores se prefiere naturalmente en gente psíquicamente sana al hedor pútrido.
Una dificultad para entender la belleza se debe al hecho de que tiene aspectos tanto objetivos como subjetivos: es vista como una propiedad de las cosas pero también como dependiente de la respuesta emocional de los observadores. Se ha argumentado que la capacidad del sujeto necesaria para percibir y juzgar la belleza, a veces conocida como el "sentido del gusto", puede entrenarse y que los veredictos de los expertos coinciden a largo plazo. Esto sugeriría que los estándares de validez de los juicios de belleza son intersubjetivos, es decir, dependientes de un grupo de jueces, en lugar de completamente subjetivos o completamente objetivos. Las concepciones de la belleza apuntan a captar lo que es esencial en todas las cosas bellas. Las concepciones clásicas definen la belleza en términos de la relación entre el objeto bello como un todo y sus partes: las partes deben estar en la proporción correcta entre sí y así componer un todo armonioso integrado. Las concepciones hedonistas incluyen la relación con el placer en la definición de belleza al sostener que hay una conexión necesaria entre el placer y la belleza, por ejemplo, que para que un objeto sea bello es necesario que cause placer desinteresado. Otras concepciones incluyen definir los objetos bellos en términos de su valor, de una actitud amorosa hacia ellos o de su función.